miércoles, 7 de mayo de 2008

y su único anhelo es dormir.

Deambula como sin alma por las calles. De día es fácil verlo entre perros, rodeado de gente que pasa ignorándolo. Indiferentes a su necesidad, huyendo de su hedor. en la tarde generalmente va a comer algo. Paga $300 en el albergue, donde también puede compartir con otros de su especie, y cuando hablo de compartir me refiero a sus modos, sus vivencias y sus sentimientos.
Ni siquiera una mirada a los ojos los une.

Ya no recuerda que es el amor, ya no recuerda que es la bondad, solo la lástima y los egos, porque sabía mejor que nadie cuando alguien le da una moneda sólo para satisfacción personal. a estos, al principio, no les recibía nada, pero su pobreza llegó a consumirle hasta los paradigmas de su personalidad, convirtiéndole en un zombi que sólo anhela la oscuridad de un rincón húmedo y silencioso, donde no quepa más que los sueños rotos de un vagabundo abandonado. Lugar que nunca encontrará, porque jamás tendrá suficiente para un cajón.

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